Con el paso de los años, la piel se seca y su barrera cutánea se va debilitando, acelerando así su envejecimiento, incluso pudiendo provocar la aparición de rojeces, descamación, picor y escozor. Por ello debemos reparar la barrera cutánea para mejorando sus propiedades protectoras y así lucir una piel más joven, elástica y firme.
La mejor forma de comprobar la juventud de la piel es observar su firmeza y elasticidad. Y estas dos propiedades principalmente se consiguen mediante una higiene respetuosa e hidratación. Si bien es cierto que, con el paso de los años, el cuerpo humano ralentiza la producción de colágeno y elastina, la piel puede mantenerse joven siempre y cuando se utilicen productos hidratantes que ayudan a nuestro organismo a continuar impulsando, de forma natural, la producción de estas vitaminas.
En este sentido, es necesario conocer que existen compuestos como la urea, descubierta en 1773 por el químico Hillaire Rouelle, y que comenzó a utilizarse en productos dermatológicos en la década de los 40 del siglo XX. Su principal función es retener la hidratación.
Una piel sana contiene cerca de 28 microgramos de urea por centímetro cuadrado. Está especialmente indicada para el tratamiento de pieles secas y extra-secas y también en pieles con la barrera cutánea alterada con eccemas.
Existen lo que se denominan Factores de Hidratación Natural (FHN) que son elementos que se dan de forma natural en la piel, cuyas principales propiedades son captar y retener el agua. Así se favorece la hidratación y se protege la barrera cutánea. Dos de los compuestos más destacados entre los FHN son la urea y el ácido láctico. Su combinación proporciona una mayor protección de la piel y la mantiene libre de sequedad y aspereza.
La lactourea, además de reparar la piel, cumple una doble función:
- Aporta una hidratación intensiva
- Repara la barrera cutánea aumentando hasta en un 60% la producción de ceramidas, y ofrece una reparación cutánea superior a la de otros productos que solo contienen urea.
Por sus características hidratantes, emolientes, queratolíticas y antipruriginosas, la urea desempeña un papel clave en la regulación genética de la piel, con numerosos beneficios que detallamos:
- Fortalece y repara la piel. El aporte de urea en pieles con la barrera cutánea debilitada contribuye a fortalecerlas y repararlas.
- Tiene un efecto exfoliante. A dosis alta, la urea favorece la descamación y el desprendimiento de las células cutáneas muertas, lo que a su vez permite la regeneración de la piel, que se produce de forma constante.
- Reduce los signos de envejecimiento. Debido a su alto poder hidratante, puede ayudar a prevenir la aparición de arrugas y aporta una mayor luminosidad en la piel.
La urea se ha convertido en ingrediente imprescindible de los productos hidratantes para la piel. Su capacidad de impedir la pérdida de agua, y de que ésta alcance las capas más profundas de la piel, la convierten en el aliado perfecto para evitar la sequedad cutánea. Una piel hidratada presenta un aspecto saludable y favorece el cuidado y la protección del resto del organismo humano.
Apuesta por productos hidratantes que contengan urea porque repara la piel previniendo la aparición de arrugas por falta de hidratación; mejora el aspecto y la luminosidad de la piel; interviene en la producción de la queratina, presente principalmente en la piel, tonificando y reforzando aquellos tejidos más perjudicados; y favorece la penetración en la piel de otras hidratantes, potenciando su acción beneficiosa.
Su uso está especialmente recomendado en zonas donde el clima es muy seco y durante el invierno, puesto que la piel está más expuesta a agentes externos. También es muy recomendable para aquellas personas que sufren cambios hormonales que deshidratan la piel, como les ocurre a las mujeres cuando alcanzan la menopausia.